El Alto, espejo de nuestro futuro


Al hacer un seguimiento a la ciudad de El Alto a lo largo del tiempo, podemos advertir como uno de sus rasgos característicos una continua compulsa entre sus problemas, carencias, limitaciones y desafíos y los esfuerzos denodados que realiza la población alteña para enfrentarlos y superarlos.

Da la impresión por momentos que toda la problemática acumulada en El Alto terminará derrotando indefectiblemente a sus bravos pobladores, pero en otros momentos sentimos un renacer, la emergencia de nuevas fuerzas, energías e iniciativas que nos muestran el espíritu indomable del alteño que no se desalienta ante las dificultades y continua imperturbable su lucha con renovado tesón y voluntad. No hay día que pase en que no podamos constatar ambas cosas: la derrota en unos temas y los logros y renovados bríos en otros.

¿Cómo se explica y entiende este péndulo alteño que no cesa de darnos baños de vértigo de todo calado, como si todo su afán consistiera en mantenernos en suspenso, a la espera de algún nuevo traspié, pero también de una nueva solución, mostrando un despliegue de imaginación y atrevimiento cada vez más asombrosos y respetables?

En unas cuantas líneas no puede exponerse este gran cachascán alteño, para ello se requiere más tiempo y repasar muchos más datos y situaciones que las que al presente me es posible. Pero me parece indispensable empezar a desentrañar estas preguntas, a desbrozar la ruta hacia la mejor comprensión de la dinámica alteña, de su pasado, presente y futuro. Pues si por algo está peleando El Alto es por su futuro, es por encontrar las bases sólidas que le permitan una construcción menos traumática de su porvenir. Pero su presente se halla sobrecargado de pasado, como si su pasado lo tuviera  maniatado, restándole muchas, demasiadas energías para construir su futuro.

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